El software privativo se caracteriza porque su distribución está restringida por motivos de patentes o licencias. Aunque su uso está muy extendido, la Fundación para el Software Libre (FSF), promotora del proyecto GNU, es muy crítica con él. En este artículo explicamos por qué los programas privativos no deben equipararse al software comercial y qué riesgos pueden derivarse de su uso.
Índice de contenidos
1. el software privativo también se denomina software «no libre
Por definición, el término «software privativo» engloba todo el software cuyos derechos de autor pertenecen a un particular o a una empresa y cuyo código fuente no se publica bajo una licencia libre. A menudo se considera una divergencia con el software de código abierto porque, a diferencia de este último, no suele estar permitido introducir cambios en él. Por este motivo, el software privativo también suele denominarse «software no libre».
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Sin embargo, el software no libre no debe equipararse al software comercial. Mientras que en este último el software en sí se vende con ánimo de lucro, el software privativo también puede distribuirse a cambio de información del usuario. En principio, también es posible una combinación de ambos.
El freeware es una forma especial. Se trata de software propietario libre que puede redistribuirse (dependiendo del acuerdo de licencia), pero para el que usted, como licenciatario, no puede adquirir la libertad de uso de una aplicación de código abierto. Ejemplos destacados de esta forma de software son el sistema operativo Windows, Facebook o Google Chrome.
Es bueno saberlo: Además de los derechos de autor o las patentes de software, el software propietario también puede protegerse ocultando el código fuente (en forma de secreto comercial). Este método también se conoce como «código cerrado» en la jerga técnica.
2. el software propietario también encierra peligros
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Muchos de los grandes proveedores de software privativo, como Facebook o Google, abusan de él para recopilar información o hacer publicidad selectiva y agresiva. Otro problema se debe al hecho de que, de todos modos, la mayoría de los usuarios sólo están familiarizados con un pequeño número de programas diferentes. Por ejemplo, relativamente pocos usuarios están familiarizados con alternativas ofimáticas como LibreOffice u OpenOffice.
Una vez que una empresa ha desarrollado un programa, puede hacer tantas copias como quiera. Los costes para ello suelen ser también muy manejables. De este modo, se puede alcanzar rápidamente una posición de monopolio en el mercado del software, donde no hay competencia. Esto beneficia principalmente a la propia empresa, ya que puede subir el precio (ya sea en términos monetarios o informativos) tanto como quiera.
En el siguiente vídeo de YouTube encontrará una comparación entre el software de código abierto y el software de código cerrado: